la Virgen del Rosario, advocación que nos recuerda la importancia de dirigirnos afectuosamente a nuestra Madre a través del rezo del Santo Rosario. Fue la misma Madre de Dios quien nos pidió que lo recemos y lo difundamos para que, a través de este, podamos obtener gracias abundantes.
El Rosario es inobjetablemente una oración mariana -una ayuda certera para crecer en amor a la Mujer que nos trajo la salvación-, pero no siempre reparamos en que es, antes que nada, una oración "cristocéntrica", es decir, una oración centrada en Cristo.
La enunciación de los misterios y las avemarías que se suceden al rezar nos ayudan a contemplar y meditar los misterios de la vida del Salvador acompañados de María, la madre que siempre estuvo cerca del Hijo. Ella nos enseña a acercarnos a esos misterios a través de sus propios ojos, porque todo en María es una invitación a amar al Hijo.
"Pidamos perdón por los pecados. Recemos por la conversión de los escépticos, por todos los que niegan a Dios y por las almas del purgatorio.
¡A todos vosotros que rezáis el Rosario, os bendigo de corazón!"
El Papa Francisco realizó esta petición en su primera Audiencia General del mes de octubre, mes dedicado por la Iglesia de forma especial al rezo del rosario.